Pondré la primera piedra:
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Era noche cerrada, el extenuante viento
sacudía los árboles de forma agitada mientras las
huellas se desvanecían en la nieve. Los dos compañeros
deseaban llegar cuanto antes al pueblo más cercano, pero las
tenues luces que se dejaban ver en la lejanía parecían
que se alejaban a cada paso que daban.
Agotados por el cansancio y faltos de
sueño dudaban entre continuar o hacer un alto para acampar, ya
hacía dos días que comenzaron a bajar las montañas
y la verdad es que perder el tiempo estando la civilización
humana tan cerca era lo único que les mantenían aún
en pie.
Hacía dos semanas que salieron
junto con otros tres compañeros, Haredon, un humano diestro en
el arte de las armas, fué el primero en desaparecer, a pesar
de que no encontraron el cuerpo decidieron continuar, luego fue
Maelenne, una clériga de Mystra la que decidió
marcharse alegando la imposibilidad de continuar siendo tan pocos en
el grupo y finalmente Gurktarg, un gruñón enano de las
montañas del norte que decía comerse las gemas para
guardarlas en lugar seguro, fué éste último
quien no veía salida alguna en las cavernas que recorrian, y
decidió abandonar para luego volver con ánimos
renovados, al no ver tesoro alguno por el que combatir.
Tan sólo en la primera semana el
desgaste fué increíble, todo atestado de orcos y
trasgos, parecía que el mapa más que indicar un tesoro
indicaba un nido de inmundas criaturas sedientas de sangre, un lugar
donde encontrar la muerte sin nada a cambio.
Bajo paso firme continuaban
descendiendo la montaña, haciendo acopio de fuerzas decidieron
que aquella noche dormirían sobre algo blando... un sonido
despertó las dormidas orejas por el frío... detenidos
pusieron todos sus sentidos alertas... una figura brotó de
entre los arbustos a la derecha, de estatura humanoide se acercaba a
una distancia en la que no se podía distinguir sus rasgos,
pensaban que podría tratarse de alguna critaura que les
siguiera desde las cavernas, sin embargo, si no fuera a sí...
Sacaron las espadas, uno la larga, el
otro la corta, tenian arcos pero decidieron que lo mejor era esperar.
Poco a poco la silueta se aproximaba con paso indeciso, también
era presa del clima... ¿sería un aldeano cercado por el
temporal? ¿o una criatura del frío que les estaba
engañando?.
Estaban cerca del poblado, todo era
pendiente y la distancia al temor que se aproximaba era considerable,
corrieron cuesta a bajo, entre los árboles y en zig-zag,
mientras corrían pensaban en una persecución sin
embargo no había sonido alguno que delatara tal cosa, sólo
los dos corriendo y el viento testigo de una persecución
infundada hacían acto de presencia. Cada vez las luces estaban
más cerca, como si el cansancio de ambos y la distancia
hubieran llegado a algún acuerdo. Mirando hacia atrás
parecía que nada los seguía, lo que fuera había
quedado atrás, y cada vez más, las empalizadas de la
pequeña población les daban la bienvenida.
Un fuego se distinguía en una de
las puertas, dos individuos apostados eran los custodios de esas
llamas que además de dar calor localizaban un lugar de acceso.
Con los pulmones hendidos de aire y un
frío implacable bajo las pieles habían llegado al lugar
tras correr una considerable distancia a una frenética
velocidad.
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A partir de aquí... lo que querais, tened en cuenta el seguir el hilo.