Para recordar después de un par de semanas sin jugar, ahí va la historia que os contó el pequeño zorro,
Laszlo:
Hace muchos siglos, un sabio dedicó toda su vida al aprendizaje de todas y cada una de las disciplinas del conocimiento. Viajó por todo el mundo y por cada plano de existencia capaz de ofrecerle alguna disciplina de conocimiento nueva.
La última de esas disciplinas era la
vida universal, la inmortalidad, cuyo precio sería una
maldición infernal. El sabio aceptó, pero llevado por sus conocimientos, realizó un poderoso ritual que rompería la maldición, ignorando que ese acto suponía retar a los
Príncipes del Infierno. Estos lo condenaron al exilio en
Cárceri durante 300 años.
Cumplida la condena, el otrora sabio hubo de aceptar la misión eterna de vigilar
Gadosián, la piedra de los vivos. Para entonces, el sabio humano llamado
Krégoras se había convertido en
Krégoras la bestia, un engendro demoníaco que necesita absorber almas para mantener su inmortalidad.
A
Krégoras se le concedió la esencia de un esbirro demoníaco para que suplantara su alma, esencia que procedía de un lugar con llamas eternas en donde está prohibida el agua.
Llevó a cabo su cometido durante casi 100 años, hasta que se hartó y volvió a su lugar de origen, llamado
Ankhapur. Allí habitó la mansión fantasma que, en tiempos, fue su casa. Se dice que aguardó durante meses mientras su cuerpo se formaba, absorbiendo almas para acelerar el proceso y guardando otras en un artefacto metálico y arcano que servía para almacenarlas.
Pero dos aventureros penetraron en la casa y acabaron con el cuerpo material inconcluso de la abominación. De eso hace un año.
Krégoras volvió a
Gadoc derrotado, dispuesto a continuar su misión eterna de
Centinela de Gadosián.