Jugadores:
Dri (Nueva componente del grupo)
Shaard
Sêdinel
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Tras el combate contra la criatura bicéfala, esa que perdió algún brazo, usaron los rezos y la magia divina para sanar las heridas del grupo, Dri y Shaard, sabían usar esa magia. Tras el tiempo de descanso y búsqueda de comida comenzó de nuevo el regreso a la caverna de Owen.
Era el mismo día, el sol se había puesto, a oscuras poco antes de buscar un lugar donde poder dormir el elfo divisó delante del grupo una figura, protegido por escasa vegetación regresó con el grupo para notificar de que algo o alguien estaba cerca y debían ser cautelosos, sin embargo Shaard, aferrándose fuertemente a su hacha emprendió el camino hacia esa criatura, mientras, Dri le seguia detrás muy de cerca y Sêdinel escondido y en silencio seguía a ambos por el flanco derecho, pero la percepción auditiva de aquella criatura que ahora podía ver el elfo, le advirtió de que algo había cerca y al acecho.
Era una criatura alta, grande, poco más alto que Shaard "el gigante", totalmente cubierta de un pelo marrón y grueso, comía un brazo de indígena… pero lo soltó, había visto al humano quien sólo podía ver en la oscuridad una silueta, y los brazos de este humano parecían más apetitosos. Sêdinel detectó que la criatura se dirigía hacia el gran humano y advirtió a éste, quien se preparó ante cualquier ataque. Dri permaneciendo atrás se desplazó a la derecha, situándose entre Shaard y el elfo, tomando una posición en la que pudiera actuar.
Shaard erró el ataque, su gran hacha pasó cerca, pero no fue un golpe "muy certero" que digamos.
Era el turno de la criatura, sus brazos escondían bajo el pelaje unos fuertes y tremendos músculos que se tensaron al máximo al aferrarse a uno de los brazos del humano, sus garras rompieron la piel y penetraron en la carne con el objetivo de separar el miembro del cuerpo, Shaard gimió de dolor, sintió un estremecimiento… pero resistió.
Dri, se dispuso rápidamente a lanzar con la honda, dejó caer el cuero mientras sujetaba las cuerdas, rápidamente puso la bola, y un silbido mientras agitaba el arma arrojadiza anunció un certero golpe, el proyectil acertó de lleno con suma puntería.
Shaard ante doloroso ataque de la criatura retrocedió hasta lugar seguro para disponerse a una curación.
Sêdinel permanecía fuera del combate, algo que internamente le dolía al no ayudar a sus compañeros, pero había visto de lo que era capaz aquel peludo ser, y sabía que no resistiría el daño sufrido por su compañero.
La criatura avanzaba y Dri rápidamente y sin dudar lanzo unos de sus conjuros, una maraña de vegetación se extendió alrededor del monstruo dificultando los pasos e intentando atraparlo. Una vez curado Shaard volvió a hacer frente a aquella bestia, de nuevo Dri supo usar su magia lanzando un hechizo que ayudara al gigante, y tras eso volvió a atacar con la honda. En poco tiempo ambos humanos lograron quitar la vida a aquel ser.
Era por la tarde, habíamos dejado atrás el pantano, la brisa del mar interior acariciaba nuestros cuerpos y hacía bailar nuestros cabellos, el sol languidecía en un horizonte oscureciente, las piedras del lugar sagrado de semanas atrás anunciaban el frío nocturno.
Unas huellas rodeaban la pica, la cuerda que colgaba por el acantilado hasta la caverna de Owen estaba cortada, pero Dri, de nuevo rápida de ideas lanzó un conjuro que nos permitió andar por la pared hacia el pequeño banco de arena, y así llegamos ante Owen no sin la presencia atenta de Rolumus.
Owen nos atendió con su sequedad constante:
-A… A… Haber, habe… be… beis traído la piedra?
-Sí, aquí la tienes-
-MMmmmm, s… s… sí, parece buena, me servirá.
-Bien- dijo Shaard -pues siendo así que cada uno cumpla su pablara.
Owen se acercó a un grupo de tarritos de tantos que tiene, y se aproximó con tres frascos. -Tomad, esto os permitirá caminar sobre las aguas durante cua… cua… cuatro días-
…Pero, desde qué punto de la isla debemos partir y hacia qué dirección?- Pregunto el elfo.
-Eso es cosa vuestra- dijo el humano con desdén.
-Ayúdanos, dinos unos puntos de partida, los más cércanos a la costa, no queremos que se acabe el efecto mágico de tus pociones y nos hundamos en la nada.-
-Está bien… a cambio quiero a vuestra compañera- Algo inesperado, y a lo que tajantemente respondimos ¡NO!.
El ambiente se puso muy tenso, Owen no dejaba de apuntarnos con su extraña arma -Será lo único por lo que os daré información.- De nuevo dimos la misma respuesta, Shaard se preparó, y el elfo deshizo el nudo de la paz, ambos compañeros listos, morirían antes que Dri cayera en manos de Owen.
Owen, tras nuevos intentos, desistió al ver que no cedíamos, por lo que nos hizo una nueva oferta, nos mostraría un mapa para estimar las distancias, pero en vez de tres frascos sólo nos daría dos, ante esto Sêdinel no vaciló en ofrecer su frasco, y a cambio de ello vimos que desde un punto situado en la costa nor-este podriamos llegar a una pequeña península, estimamos que a unos dos días de distancia.
Sin más preámbulos tomamos rumbo al punto que sería la salida de la isla. No acontecieron hechos importantes hasta llegar a este lugar. Shaard, invadido por ansias de caza buscaba cualquier bicho matable y comible, y bordeamos un hormiguero de hormigas gigantes.
Ya en el punto del fin de esta larguísima pesadilla el grupo se preparó para partir. Dri llevaría el equipo de Sêdinel y Shaard cargaría con el elfo. Y así llegó el camino sobre las aguas, dos largos días de humedad, frío y soledad para los tres compañeros. Uno de los dos días, ya de noche, el gigante humano estaba exhausto por la carga, hacía horas que pasábamos entre restos de maderas, al principio aparecían flotando restos esporádicos, pero cada vez había más, hasta que ya Shaard cansado se dispuso a descansar, nos detuvimos en lo que parecía una mar de madera flotante encontrando una puerta, bajo ella un cadáver del cual el humano cogió lo que parecía interesante, y sobre la puerta descansamos. Ya al día siguiente retomamos el camino, y llegamos por fin a tierra firme, una playa, arena fina, nos abrazábamos y felicitábamos de alegría al haber dejado atrás meses oscuros, de muerte y pesadumbre sin ningún fruto, sólo el de haber afianzado amistades y haber echo frente codo con codo a los peligros surgidos, en la memoria quedan aquellos que quedaron por siempre en la isla… y esos recuerdos se vieron rotos… un estruendo sonó a nuestras espaldas proveniente del mar.