Dada la agitada actividad que tenemos estos días en el foro quisiera aprovechar antes de que torne a menos, así como los interesantes relatos que se llevan a cabo (por ejemplo por parte de Quarion a los que nos está mal acostumbrando), para proponer un juego.

Creo que es interesante. Tendremos la oportunidad de expresarnos y relatar lo que queramos (siguiendo un hilo anterior), abrirá nuestra imaginación y relataremos a retales una historia que puede resultar de lo más intrigante o difícil de suponer un final, además de deleitar a los lectores en algo que todos seamos partícipes.

El juego consiste en realizar un relato, una historia, novela o como querais calificarlo. Uno comienza una historia, y otro le sigue el hilo como desee, si no os mola lo cortamos y listo. Esto no es sólo para los jugadores, espero también la participación de Rafa.

Teniendo en cuenta el número de palabras de los dos últimos relatos de Quarion he pensado en proponer que las narraciones tengan un mínimo de 500 palabras.

Las condiciones iniciales que progongo (y que pueden ser discutidas son):

• No pueden haber dos narraciones seguidas de un mismo participante, debe haber al menos una intervención de otro por medio.
  
• Mínimo 500 palabras por narración.
  

De momento sólo se me ocurre esto.

Esta primera prueba finalizará el día 12/09 a las 23:59.

Pondré la primera piedra:

"




Era noche cerrada, el extenuante viento
sacudía los árboles de forma agitada mientras las
huellas se desvanecían en la nieve. Los dos compañeros
deseaban llegar cuanto antes al pueblo más cercano, pero las
tenues luces que se dejaban ver en la lejanía parecían
que se alejaban a cada paso que daban.

Agotados por el cansancio y faltos de
sueño dudaban entre continuar o hacer un alto para acampar, ya
hacía dos días que comenzaron a bajar las montañas
y la verdad es que perder el tiempo estando la civilización
humana tan cerca era lo único que les mantenían aún
en pie.




Hacía dos semanas que salieron
junto con otros tres compañeros, Haredon, un humano diestro en
el arte de las armas, fué el primero en desaparecer, a pesar
de que no encontraron el cuerpo decidieron continuar, luego fue
Maelenne, una clériga de Mystra la que decidió
marcharse alegando la imposibilidad de continuar siendo tan pocos en
el grupo y finalmente Gurktarg, un gruñón enano de las
montañas del norte que decía comerse las gemas para
guardarlas en lugar seguro, fué éste último
quien no veía salida alguna en las cavernas que recorrian, y
decidió abandonar para luego volver con ánimos
renovados, al no ver tesoro alguno por el que combatir.




Tan sólo en la primera semana el
desgaste fué increíble, todo atestado de orcos y
trasgos, parecía que el mapa más que indicar un tesoro
indicaba un nido de inmundas criaturas sedientas de sangre, un lugar
donde encontrar la muerte sin nada a cambio.




Bajo paso firme continuaban
descendiendo la montaña, haciendo acopio de fuerzas decidieron
que aquella noche dormirían sobre algo blando... un sonido
despertó las dormidas orejas por el frío... detenidos
pusieron todos sus sentidos alertas... una figura brotó de
entre los arbustos a la derecha, de estatura humanoide se acercaba a
una distancia en la que no se podía distinguir sus rasgos,
pensaban que podría tratarse de alguna critaura que les
siguiera desde las cavernas, sin embargo, si no fuera a sí...




Sacaron las espadas, uno la larga, el
otro la corta, tenian arcos pero decidieron que lo mejor era esperar.
Poco a poco la silueta se aproximaba con paso indeciso, también
era presa del clima... ¿sería un aldeano cercado por el
temporal? ¿o una criatura del frío que les estaba
engañando?.




Estaban cerca del poblado, todo era
pendiente y la distancia al temor que se aproximaba era considerable,
corrieron cuesta a bajo, entre los árboles y en zig-zag,
mientras corrían pensaban en una persecución sin
embargo no había sonido alguno que delatara tal cosa, sólo
los dos corriendo y el viento testigo de una persecución
infundada hacían acto de presencia. Cada vez las luces estaban
más cerca, como si el cansancio de ambos y la distancia
hubieran llegado a algún acuerdo. Mirando hacia atrás
parecía que nada los seguía, lo que fuera había
quedado atrás, y cada vez más, las empalizadas de la
pequeña población les daban la bienvenida.




Un fuego se distinguía en una de
las puertas, dos individuos apostados eran los custodios de esas
llamas que además de dar calor localizaban un lugar de acceso.




Con los pulmones hendidos de aire y un
frío implacable bajo las pieles habían llegado al lugar
tras correr una considerable distancia a una frenética
velocidad.
"

A partir de aquí... lo que querais, tened en cuenta el seguir el hilo.

Caballeros, propongo con el permisode DaKrom, que acortemos la extensión de cada narración personal, así no podremos quejarnos del poco tiempo que tengamos.
Sugiero que cada continue la historia con un relato de no más de 100 palabras, será mucho más fácil escribirla y con ello nos motivaremos más. Ahora que las aportaciones son más cortas espero que todos participeis!!

Recordad, escribid un relato entre 50 y 100 palabras, el que escriba un poco más, no será ahorcado, pero el que escriba menos, será, al menos, lapidado, luego quedamo y luego ahorcado.

PARTICIPEMOS TODOS HOMBRE!!! A ESCRIBIR!!!!

Continuo con la historia:

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Ambos personajes se encontraban frente a aquellos portones que defendían la entrada a la ciudad de las amenazas nocturnas. Dos guardias armados de alabardas custodiaban la entrada, dieron un paso al frente y preguntaron.

- ¿Qué os hace tener tanta prisa por llegar hasta aquí?- cuestionó el primero de ellos.

- Una criatura nos sorprendió por la espalda a pie de montaña, y no estamos dispuestos a combatir sin necesidad, y menos necesitando el descanso que necesitamos.- Aclaró Ninfil, el elfo.

-Identificaos y alegad a que venís a Zarak, si quereis pasar.- Comentó el mismo guardia.

-¡¿Zarak?! ¿No es ese el lugar donde dicen que cada noche un teurgo místico bordea la ciudad hechizando todo lo que encuentra?-. Se sorpendió, Thantel, primo hermano de Ninfil.

El guardia que aun no había esbozado palabra habló.

-Esto es Zarak sí, y eso son leyendas en mi opinión, paso aquí cada noche y nadie viene a visitarme, si no te agrada el lugar donde vivo puedes darte la vuelta.-

-Mis sinceras disculpas señor, no pretendía ofender, solo que nos sorprende haber llegado ya hasta esta población, llevamos muchas noches al amparo de la montaña.- Explicó Ninfil.

-¿Quiénes sois?.- volvieron a preguntar.

- Déjeme hablar a mí señor-. dijo Thantel dirigiéndose a Nínfil, y continuó.- Mi nombre es Thantel, sobrino del rey de los silvanos en el este. Y él es Ninfil, príncipe de los elfos silvanos del este, mostrad respeto.-

-Buenas noches alteza, mis respetos, pueden pasar-. concluyó el segundo de los guardias dando la señal para abrir las grandes puertas.

Los dos elfos llegaron al fin, algo exhaustos, a suelo civilizado. Se adentraron en el interior de la villa para buscar una buena posada. Los guardias ya quedaban lejos de oír los murmuros de Ninfil.

-Thantel, ¿Cuántas veces tendré que repetirte que no hace falta que me llames señor en público?-.

ANIMAOS A CONTINUAR LA HISTORIA HOMBRE, NO SEAIS SOSOS!! SI YO Y DAKROM HEMOS PODIDO SACAR TIEMPO PARA ESTO, LOS DEMÁS PODÉIS!!!

ÁNIMO HOMBRE QUE SE ESTÁ PONIENDO INTERESANTE :[coqueto]:

Si no os importa querria seguir con lo que le paso a Haredon

Heladas gotas de agua que caían desde el techo lo
despertaron. Estaba en una cueva mal iluminada por un fuego que calentaba una
olla la mitad de alta que el. Estaba en una especie de jaula de madera, no
podía salir. Le dolía la cabeza por un golpe que recibió y se acordó de pronto
lo que ocurrió.





No se veía nada a
través de la ventisca y había perdido de vista al enano que iba el último
andando con el grupo. De repente dio un mal paso y salió rodando una pendiente.
De alguna forma Haredon se agarró a una piedra en el ultimo momento cuando
parecía despeñarse hasta un abismo entre dos montañas. Logro incorporarse y
lleno de arañazos y un par de contusiones siguió avanzando esta vez por lo que
parecía ser un sendero utilizado por pastores y sus cabras.





Este camino continuó hacia los pies de la montaña. Tuvo que
refugiarse en alguna que otra cueva, por suerte desabitada, le quedaban pocas
raciones y el agua se helaba en su cantimplora, se le calaban los huesos ya que
la armadura de metal no ayudaba a calentarle, esta se cubría de escarcha y el
roce con el metal era perjudicial, y las espada costaría sacarla de su vaina.





Al tercer día llego a un valle donde un río separaba las
mencionadas dos montañas. Pudo beber agua, aunque helada, conseguir madera de
unos pinos y pescar algo en el río, rompiendo la capa de hielo y teniendo la
precaución de caerse al agua. Se imaginó que sus compañeros continuarían hasta
Zarkan y decidió seguir el mismo rumbo.






Bajó el río hasta llegar a unos rápidos. Maldijo su suerte
ya que no había salida, no tenia una balsa para poder pasar ni cuerda. Seguro
que resbalaría y las afiladas piedras y las corrientes fuertes acabarían con
él. De pronto escuchó por encima del ruido del agua unas rocas caer pendiente
abajo. Presto se escabulló detrás de unas rocas y observar lo que ocurría.

Cuatro grandes trasgos aparecieron gruñendo entre ellos y
señalando al suelo, Haredon pensó en debió de haber aprendido del elfo algo
sobre ocultar el rastro. Mientras tanto unos de los grandes trasgos se fijó en
la roca donde se escondía —Estoy condenado—


Se dijo, —Pero no e luchado contra esta montaña para acabar
muerto por cuatro asquerosos—con esta determinación salió de su escondite
desenvainando la espada y atravesando el pecho del primero con ella al tiempo
que gritaba—¡TEMPUS!— No tuvo tanta suerte con los otros tres que enfurecidos
por haberles pillados desprevenidos lo rodearon en un instante. Lo hostigaron
pero no bajo la guardia, uno se adelantó y le propino un tajo en pecho, pero la
coraza aguantó. De atrás recibió un corte que le hizo sangrar desde el hombro.
El tercero lo esquivó sin dificultades. Dolorido enarbolo en alto su espadón y
escindió en dos partes al primero que tenia delante, con la fuerza del envite
continuo el golpe solo para encontrarse la guardia de un gran trasgo atento.
Otros dos golpes chocaron contra su coraza y se dijo que valió la pena gastarse
e dinero en la armadura. Le cercenó a uno la cabeza y al otro le abrió un corte
fatal en el estomago.





Cansado por la pelea limpio la espada y se dedicó a coger lo
que llevaban esas bestias parecidas a los orcos. Nada de valor salvo un puñado
de lunas doradas y algo de equipo que le serviría mas adelante: una cuerda de
unos treinta pies de largo varias raciones de viaje, antorchas y pico de
escalada. Con todo esto y un poco de coraje se dispuso a bajar por los rápidos.
Ató la cuerda a una roca y bajó con mucha precaución de roca en roca, perdió el
equilibrio en varias ocasiones pero en ninguna se cayó. Terminó de bajar y
continuó su camino.





Días después de la lucha contra los grandes trasgos hubo de
enfrentarse con varios trasgos molestos que no le dieron muchos problemas. Sin
embargo allí había criaturas peores que un resfriado o una panda de
goblinoides. Sin previo aviso vislumbró una roca del tamaño de una calabaza
grande directo hacia él, se retiró justo antes de que lo aplastara debajo.
Desenvainó y buscó con la mirada a su agresor. No cabía en su asombro cuando
vio a un gigante de la escarcha abalanzarse sobre él. Y como buen guerrero uno
debe saber elegir cuando combatir y plantar cara y cuando salir huyendo, basta
decir que le falto tiempo para correr. El alarido de la criatura era
ensordecedor y lo que gritaba en su rudimentario idioma no traía a la mente de
Haredon nada bueno. Le iba alcanzando ya que no tenía las piernas tan largas
como el bruto azulado que daba vueltas sobre su cabeza una maza que podría
haber pasado por ariete de asedio. La cacería iba a terminar ya que veía la
sombra del gigante sobre él, así que tentó a la suerte. Bajó por una colina, el
gigante pensó que el humano había perdido el juicio ya que al correr el mas y
en pendiente lo alcanzaría antes. Pero Haredon era mas listo, se paró delante
del gigante y con un giro de su espada bien dirigido le rompió la rodilla e
hizo perder el equilibrio al gigante. La caída contra las rocas del fondo de la
pendiente dejó al enorme bruto inconsciente, el golpe de su cabeza al chocar
fue espeluznante. Sonriente por su victoria el guerrero se acercó con mucha
precaución a al caído rival y sin mas miramientos hundió su espada en el
corazón de aquel ser de la montaña.

Lo que él no sabía era que alguien mas le
estaba observando y no con buenos ojos.

Pues sí que está esto interesante ahora, se me han ocurrido un par de ideas.

Ha estado muy bien Selfiden continuar con Haredon, todo un detalle que abre más líneas.

Vamos DaKrom, si nadie se decide, te animo a que continues tú con la historia

Estoy en ello Quarion, masticando las ideas, pero he de encontrar el momento para escribir.